LITERATURA ERÓTICA III

Volvemos con las novelas pornográficas más representativas del género, anterior a la aparición del denominado "porno para mamás". 

CANDY (1985)


Publicada bajo el seudónimo de Maxwell Kenton, la novela de Terry Sothert (más conocido por su faceta de guionista de cine) fue elegida por la revista Playboy como una de las 25 mejores novelas eróticas de todos los tiempos.  
Candy es una parodia del Cándido de Voltaire. 
RESEÑA: La protagonista es una joven pánfila que busca la plenitud espiritual en un mundo de comunas, poblado por chaperos y macarras reconvertidos en falsos gurús que abusan de sus discípulas.





MYRA BRECKINRIDGE (1968)


“Soy Myra Breckinridge, que no será nunca poseída por ningún hombre. Llevando puesto solamente un liguero a modo de escudo, he mantenido alejados a los isleños de Trobriand. Esgrimiendo un hacha de piedra, corto los brazos y los testículos de sus mejores guerreros, deslumbrados por mi belleza, como les sucede a todos los hombres, acobardándolos, reduciéndolos, como hizo la bella Fay Wray con King Kong.” Con tan surrealista párrafo inició Gore Vidal esta novela sobre una transexual nacida en una remota isla que, tras cambiarse de sexo y convertirse en mujer, viaja a Hollywood, donde provoca una revolución sexual.



LA VENUS DE LAS PIELES (1870)

De Leopold von Sacher-Masoch, autor austríaco a partir de cuyo apellido se ha acuñado el término masoquismo, dado su gusto por las prácticas eróticas basadas en la humillación y el dolor. Obra de referencia para quien desee ahondar en los abismos de la sensualidad humana, la novela La Venus de las pieles alberga toda la constelacion de simbolos que han pasado a definir el masoquismo: fetiches, latigos, disfraces, humillaciones, castigos y, por supuesto, la inmutable presencia de una terrible frialdad.

RESEÑA: La novela es la crónica de la auténtica relación que el escritor mantuvo con Fanny Pistor, con la que firmó un contrato por el cual se comprometía a ser su esclavo y satisfacer todos sus deseos. A cambio, ella se tenía que vestir con pieles cada vez que se sintiera dominada por sentimientos de crueldad.

CRUEL ZELANDA (1978)

Publicada de forma anónima, durante décados se creyó que quien escribió Cruel Zelanda es una mujer, pues según la crítica, "difícilmente un hombre podría narrar, con tanta sensibilidad, sabiduría y lucidez, el paulatino descubrimiento que hace Stella de su propio cuerpo, de la autonomía de sus gustos y del atávico desconocimiento que tiene el hombre de la sexualidad femenina". No obstante, en 1990 se descubrió que realmente había surgido de la pluma de Jacques Sergüine, un autor conocido por sus libros de pensamiento político.

RESEÑA: En pleno siglo XIX, la mujer de un oficial inglés, quien hasta entonces no ha vivido más que por y para los grandes principios morales que regían no sólo su vida, sino toda la sociedad victoriana, es raptada por una tribu de salvajes erotómanos de Nueva Zelanda, quienes la someten, durante años, a los más depravador ritos de iniciación sexual. Cuando la rescatan y regresa a la sociedad, lo hace convertida en una ninfómana insaciable.

MI TÍO OSWALD (1979)

Firmada por Roald Dahl, un autor más conocido por sus novelas infantiles y juveniles, como Charlie y la fábrica de chocolate o Matilda.

RESEÑA: Este libro recoge una época particularmente desenfrenada de la vida del legendario tio Oswald, millonario, esteta, bon vivant y un donjuán infatigable, cuya vida amatoria deja en pañales a la del mismísimo Casanova. El tío Oswald es "el mayor fornicador de todos los tiempos", afirma su sobrino y transcriptor de sus Diarios. Muy joven empieza a amasar su fabulosa fortuna: con polvo de escarabajo sudanés inventa unas píldoras de extraordinarias virtudes afrodisíacas, funda un banco de esperma y en compañía de la excitante Yasmin parten en busca de celebridades, cuyo semen congelado será adquirido a precio de oro por acaudaladas clientas, ansiosas de tener retoños con pedigree. En este peculiar safari, las aventuras picarescas, a veces escabrosas, otras delirantes, se suceden a un ritmo trepidante. Yasmin, armada con las infalibles píldoras, seduce a Stravinsky, Renoir, Picasso, Nijinski, Joyce, Freud, Einstein, Conan Doyle, Proust y a una apreciable colección de testas coronadas.




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